ALBERCA
Cerca de la iglesia de San Andrés hay un gran pozo que llama la atención por sus enormes dimensiones: La Alberca, es una cisterna de agua que debió ser un baño público romano de la época del Emperador Augusto, un «natatorium romano». Tres tramos de anchas escaleras de piedra bien labradas para acceder hasta el fondo y una zona para sentarse y tomar el sol parecen confirmarlo. Después los árabes la reutilizaron para regar los prados de San Juan mediante una extensa conducción subterránea y para dar de beber al ganado como abrevadero.
Cavada en la propia roca desde la mitad hasta lo más profundo, la otra mitad hasta la superficie está revestida de fábrica, mide 11 metros de profundidad desde la pared, el nivel del agua oscila, casi sin alteración, entre 6 y 7 metros. Se llena con el agua de tres manantiales que están constantemente manando en el fondo de la pared frente a las escaleras y nunca ha llegado a secarse.
ALJIBE ÁRABE
Volviendo otra vez a la calle de las Palomas al final, y subiendo un poco a la derecha, llegamos a la Plaza de los Altamirano, en una puerta de pequeñas dimensiones se puede leer «Aljibe Árabe, siglo X». Hoy está cerrado y no se usa pero en él se sigue almacenando el agua de la lluvia que cae por sus tres brocales que asoman en el pavimento de la calle.
En la cultura de los árabes el agua tiene una gran importancia, por eso solían almacenar el agua en depósitos subterráneos y en aljibes. Muchos edificios de Trujillo conservan todavía aljibes y pozos en su interior.
Este aljibe de la Plaza de Altamiranos es de gran belleza y de estructura eminentemente árabe, tiene tres naves sobre seis arcos sostenidos por pilastras, mide 10 metros de profundidad, 13 de largo y 12 de ancho. Fuente: Guía turística de Trujillo y vida de Pizarro Autor: Magdalena Galiana Núñez
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