IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO FACHADA PRINCIPAL
La puerta es un arco de medio punto, de dovelas, a la que enmarca el cordón franciscano con forma de alfíz quebrado. Una pequeña hornacina avenerada con la imagen de San Francisco en el centro, a un lado el escudo de Carlos V, las armas reales, y al otro el escudo de la ciudad, porque de esta iglesia era patrono el Concejo, encima un relieve del Padre Eterno. Ya fuera del alfiz la ventana que da luz al coro rematada con frontón triangular y en el tímpano el escudo franciscano (las cinco llagas de San Francisco).
Remata la portada una espadaña de tres vanos para las campanas. La .cornisa está adornada por unos grandes flameros; sobre la cubierta destaca la escalera de caracol, cuya cupulina sobresale. En uno de los muros exteriores, en la zona del ábside, hay un altar callejero, es una capilla abierta con la imagen de la Virgen de la Guía.
INTERIOR
La iglesia es renacentista de una sola nave, de cruz latina, sobre el crucero una amplia cúpula o cimborrio del siglo XVIII, que remata en una linterna. En los laterales hay capillas comunicadas entre sí que tienen airosas bóvedas de crucería góticas, en cuyas claves también se repiten las armas reales y el escudo de la ciudad policromados, al igual que en la bóveda central.
Estas capillas góticas tienen sepulcros y enterramientos en la pared de las familias nobles trujillanas por el derecho que pagando adquirían a perpetuidad. En una de ellas está la Virgen de la Luz o de la Candelaria del siglo XIII, de madera tallada y policromada, con un fruto en la mano, en el regazo lleva al Niño que está en actitud de bendecir, es una imagen de transición entre románica y gótica, procedente de la ermita de la Coronada.
EL RETABLO
De mediados del XVIII, todo él dorado, muy barroco, con ménsulas y volutas, encajes, columnas corintias y casetones, en el centro el santo de la advocación de la iglesia, San Francisco. Debajo la Piedad de madera tallada, de la escuela de Gregorio Hernández y otros santos franciscanos a los lados, entre abundante profusión de cardinas, guirnaldas y telas, lo que constituye una tupida decoración sin espacios vacíos. En altar aparte el Cristo atado a la columna, el Amarrado del siglo XVIII.
HISTORIA
Esta era la iglesia del convento que perteneció a los franciscanos observantes, además de éstos, otros franciscanos tuvieron convento en Trujillo: los alcantarinos descalzos en el convento de la Magdalena y después en el palacio de Chaves-Mendoza (antiguo hospital) y los capuchinos del berrocal trujillano en el convento de Nuestra Señora de la Luz.
El convento de San Francisco que nos ocupa fue construido sobre la mezquita que los moros de la ciudad de Trujillo tenían, la cual donaron los Reyes Católicos «siempre que la mezquita sea para las otras oficinas o cosas necesarias para el monasterio y no sea iglesia», según lo ordenan los Monarcas en su carta.
Contribuyó el concejo con sus bienes de propios, para eso era su patrono. Tras la exclaustración de los franciscanos de la observancia en 1836, este edificio ha tenido distintos fines militares, como sección de caballos sementales del Ejército y cuartel de tropas. Después fue Instituto Técnico de Enseñanza Media y actualmente Escuela Taller para la rehabilitación del patrimonio artístico de Trujillo.
A pesar de tantas y tan grandes transformaciones para adaptarlo a los múltiples usos que ha tenido, todavía conserva elementos de la primitiva fábrica como son varias bóvedas, algunas de gran tamaño, de medio cañón de cantería. Una de ellas ocupa lo que fuera el refectorio de profundis, donde se, vuelven a repetir los escudos de la ciudad y de la orden, como también el cordón franciscano. Hay además portadas góticas, lápidas en el pavimento y un bello patio central doblemente claustrado, herreriano clasicista, con arcos sobre pilastras y estructura adintelada sobre columnas en la galería alta con decoración de clípeos.
En este convento estuvo el enterramiento de la familia Pizarro: Hernando y su mujer -y al mismo tiempo sobrina- doña Francisca Pizarro Yupanqui, en una cripta que fue durante las obras de adaptación a Instituto tapada y que se ha intentado en varias ocasiones recuperar infructuosamente. En ella estaba la es tatúa orante de Hernando Pizarro, obra de Sánchez de Villaviciosa, que fue trasladada al cementerio de la Vera Cruz (antigua iglesia de la que aún perduran algunos arcos y un dibujo esgrafiado en la pared) y el escudo acrecentado de los Pizarro, también procedente de la cripta, ahora está colocado sobre la puerta trasera del Palacio de la Conquista, en la calle Hernando Pizarro.
Fuente: Guía turística de Trujillo y vida de Pizarro Autor: Magdalena Galiana Núñez
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