Asimismo durante esta época sabemos que en Trujillo había un total de cinco carnicerías, de las cuales tres pertenecían a judíos y moros, como nos las citan en un documento de los Reyes Católicos, fechado en Medina del Campo el día 16 de Marzo de 1504, mandado al corregidor de Trujillo, para que se interese y de información sobre la solicitud que Francisco Loaysa hace en nombre de la ciudad sobre la necesidad que esta tiene de hacer una carnicería. Dice así en una de sus partes: "...por que la dicha ciudad no tiene sino dos carnecerías e aquellas no bastan para proveer a la dicha ciudad e sus arrabales é estrangeros que por ella pasan. Eque en el tiempo que había en ella moros e judíos habia en ella cinco carnecerías...".
También gran cantidad de ellos se dedicaron a arrendadores de alcabalas e impuestos así tenemos como arrendadores de la alcabalas de Trujillo a Abrahán Barchillón, Cague Follequinos, Clema Alenaex, Fayme Barchillón, Mose Alfadary y Abrahan Abenaex. Yuçe Abenaex, padre del anterior, era el arrendador de la aduana de Córdoba.
Las alcabalas de Medellín las tenías arrendadas Rabí Ephain perteneciente a la familia Barchillón. Las rentas de los cristianos de la ciudad de Trujillo de sal, aceite y pescado, las llevan los hermanos Yuçe, Abrahan y Salomón Cohen.
Por otros documentos sabemos que Çetía y Rabí Mose Jabalí eran físicos. En el campo de financiaciones y prestamos, como es de suponer de usura hubo judíos como David Follequino que se dedicaba a ello.
El 31 de Marzo de 1492, firmaron en Granada los Reyes Católicos el edicto de expulsión de los judíos públicos, aunque se firmó en esta fecha, no se hizo publico hasta los días que van del 29 de Abril al 1 de Mayo. La expulsión según dice propio edicto, era para evitar el daño que los judíos causaban a la religión cristiana. En definitiva los judíos se les planteaba netamente este dilema: o convertirse y bautizarse o salir en el plazo de tres meses de los reinos de Castilla y Aragón. No se imponía por la fuerza el bautismo; pero se vedaba bajo fuertes penas residir en España a los no bautizados.
Durante estos tres meses antes de la expulsión fueron bastantes los judíos que se convirtieron al cristianismo, sobre todo los ricos e intelectuales. Los frailes de los conventos de la ciudad iniciaron inmediatamente de publicarse el edicto de expulsión una campaña para convertir judíos.
Los Reyes Católicos no llevaron a cabo con los judíos actos de violencia religiosa crueles y extremados, pero ayudaron a la conversión de los judíos. Junto con la orden de expulsión promulgaron diversas leyes a favor de los judíos apóstatas, garantizándoles su ayuda y protección y sustrayéndolos por cierto tiempo de la vigilancia de la Inquisición con el fin de darles el plazo y la posibilidad de adaptarse a su nueva fe y para enraizarse a ella.
Entre los conversos judíos trujillanos podemos citar a: Cristóbal de Trujillo, Diego López, Manuel García y Leonor López, Fernando García, estos cuatro últimos encontrados culpables por el Tribunal de Plasencia del delito de "hertía provedad", Fernando de Torres, García Rodríguez de Escobar (hijo del físico Cetía), Juan de Torres, Iohan López de Medellín (hijo de Salomón Cohen). A los judíos que optasen por la expulsión, se les autorizaba la venta de sus bienes y que llevaran "todo lo suyo, salvo oro y plata".
Pero bastantes judíos debieron hacer caso omiso de esta orden, pues el 13 de Mayo de 1492 desde Santa Fe, los Reyes, mandan a Sancho de Paredes una carta para que investigue en la ciudad de Trujillo y villas de Cáceres y Arroyo el Puerco y sus tierras, ya que han llegado o a sus oídos noticias de que algunos judíos han sacado para Portugal oro, plata y monedas, habiendo sido ayudados y aconsejado.
Observamos por la carta que los monarcas tenían conocimiento de que se estaba produciendo un flujo de tal dinero en dirección a la frontera de Portugal (hacia donde se dirigían numerosos judíos castellanos tras el decreto de expulsión), y de ahí que intentasen, con las disposiciones expuestas en la carta anterior, poner coto a esta fuga de monedas, oro y plata. Al mismo tiempo que recomendaban encarecidamente las autoridades fronterizas con una vigilancia especial.
La proximidad de Trujillo con la frontera portuguesa explicaría aún más la rápida llegada de esta carta real al Concejo local y el cuerpo de disposiciones e instrucciones del Regimiento municipal en tal sentido, lo que nos sirve para constatar la permanencia del elemento judío de la ciudad hasta el mismo instante de la expulsión.
El mayor número de los judíos prefirieron la emigración al abandono de sus creencias. Como muchos, eran ricos y el plazo de tres meses apremiaba, les fue forzoso malvender sus haciendas y de ello, con más lucro que rectitud, se aprovecharon los compradores cristianos.
Los judíos que pasaron Portugal obtuvieron permiso de residencia por seis meses, a cambio de la entrega de un cruzado por cabeza. Se calcula que el número de judíos que salieron de España en virtud del edicto de expulsión sería de 170.000 a 200.000. Y apoyándonos en la Crónica de Bernáldez fueron a Portugal unos 93.000 judíos.
En su éxodo por los diferentes países en los que se refugiaron los judíos españoles, tras la expulsión, sufren toda clase de injusticias, asaltos y atropellos, llegando incluso a encontrar algunos de ellos la muerte. Todo esto hace que el año 1494, muchos se conviertan al cristianismo y vuelvan a su antiguo lugar de procedencia dentro de nuestro país. De los judíos conversos trujillanos que vuelven por esta fecha podemos citar los siguientes: los hermanos Diego Alonso de Bovilleja y Juan Alonso. Los también hermanos Juan, Diego y María de Chaves y Constanza Suarez (hermana de los tres anteriores ), vuelve también Gonzalo del Campo, etc.
Al desaparecer de la escena social los judíos y moros, mediante la expulsión, continuó muy viva la estima de la persona, es decir, el hecho de ser cristiano viejo. La conciencia del valor por ser de la casta ya libre de la contaminación judía y musulmana se vigorizó y se magnificó a favor de los triunfos imperiales lejos del suelo peninsular.
Con esto surge entonces el tema de la "limpieza de la sangre", lo cual, es un condicionamiento negativo: la falta de "limpieza" quitaba ciertos derechos de tipo distinguido o privilegiado. Siempre se mantuvo firme la diferenciación entre "hidalguía" y "limpieza" y aunque se dijera que era preferible la segunda de la primera, lo cierto es que en la estratificación social aquella ocupó siempre el primer lugar.
Aunque en Trujillo se realizaron varias pruebas de limpieza de sangre, dado que algunas cofradías y organismos sociales exigían para poder entrar a pertenecer a ella esta prueba. En el Archivo Municipal solamente hemos podido encontrar una prueba de sangre fechada en el año 1.703, correspondiente a la realizada por don Alonso de Villegas Cuebas, para su ingreso en la cofradía de San Lázaro y San Blas, de los caballeros de Trujillo.
De gran amplitud fue la sinagoga de Trujillo. La palabra sinagoga proviene del griego synagôgê, derivada del verbo synagô, que significa "reunir". De donde sinagoga es la reunión o el lugar de reunión de los judíos. En la sinagoga, por oposición al templo, el culto dependía de la comunidad, si el sacerdote está presente, éste desempeña el mismo papel que el resto de los asistentes, aunque se le reserva la bendición final. Si no está presente ningún sacerdote en la congregación, no se da la bendición. En su lugar, el hazzan1 recita las palabras de la bendición. El culto sinagogal no es sacrificial y gira en torno a la oración y la meditación de los libros sagrados.
Dada la necesidad de lugares de culto que tenían los judíos en la diáspora y la dificultad que conllevaba el desplazarse al templo de Jerusalén, se comprende que haya sido en la diáspora donde se han encontrado los restos arqueológicos de las más antiguas sinagogas. El edificio de la sinagoga de Trujillo era muy amplio, adecuado para dar cabida a los miembros de la comunidad, posibilitando oír la lectura de la Torá, ver al chantre y sentarse durante el servicio religioso.
Gracias a algunos documentos del Archivo de Simancas conocemos el destino que se dio a la sinagoga tras la expulsión de 1492. Ya para el 9 de agosto de ese mismo año los Reyes Católicos habían hecho merced "de la dicha synoga al prior (dominico) de Santa Maria de Encarnación para monasterio de monjas dominicas". Por entonces el Consejo, regidores, caballeros, etc., de la ciudad de Trujillo reclamaban "la dicha synoga para la yglesia parrochial" de los cristianos que habían ido a poblar la judería, alegando que en la iglesia de San Martín, la más cercana a dicha judería, ya no cabían los fieles, mientras que del monasterio de monjas dominicanas de la ciudad tenían "poca neçesidad por que ay tres o quatro casa religiosa que bastan para la dicha çibdad, según la poblaçion della"37. Los reyes nombraron entonces un árbitro para decidir el destino de la sinagoga, tras apreciar de qué tenía Trujillo mayor necesidad, si de un iglesia parroquial nueva o del monasterio mencionado.
El 25 de noviembre de 1492, los reyes resuelven que lo que había sido la sinagoga pase a ser monasterio de Santa Isabel de monjas doniminicas. En el documento que contiene la resolución, los reyes recuerdan que ya el primer momento tras la expulsión de los judíos, el prior de la orden de Santo Domingo de Trujillo les había solicitado que, "porque algunas monjas de dicha orden estaban en la dicha çibdad derramadas por no tener casa dispuesta donde se ençerrasen y estubiesen, según convenía a su regla e religión", les concediese la sinagoga para ello. También recuerdan los reyes que ya al tiempo de esa solicitud, por mandato de ellos mismos "e con liçençia de su prelado ellas (las monjas) se ençerraron y estan en el monasterio de Santa Ysabel de la dicha çibdad, que primero hera casa y synoga de los judíos della". Ahora, en el mes de noviembre, lo reyes les hacían finalmente "merçed general e limosna del dicho monesterio que asy en casa de synoga de los judíos dela dicha çibdad de Trogillo, con todas las cosas e bienes e otras cosas, muebles e rayzes, a ella pertenesçientes, para que la dicha synoga sea ytglesia e casa e monesterio de los dichas mong¡jas, como agora lo es, para siempre jamas, e los otros vienes, muebles e rayzes, que eran de la dicha synoga de los judíos, sean anexos al dicho monesterio". Como vemos, del documento se desprende que la sinagoga, además del recinto para la oración comunitaria, tenía también otras dependencias, incluida quizá alguna casa para vivienda, que hacían a todo el conjunto susceptible de convertirse en un convento con su capilla.
En el núm. 10 de la calle de las Tiendas, en el año 1980, cuando se realizaban unas obras para adaptar lo que fue la trastienda de una pastelería para un laboratorio de la farmacia del señor Solís, sita en el núm. 12 de la misma calle, al picar una pared, apareció un muro de piedra en el que unos 2,50 ó 3 metros del suelo se puede leer la siguiente inscripción hebrea:
("Esta es la puerta del Señor; los justos entrarán por ella"), se trata del versículo de Salmos 118,20 que tan habitualmente aparece a la entrada de las sinagogas españolas. Esta es la puerta de la sinagoga, en donde aún se conservan dos salas abovedadas, actualmente encaladas pero donde podemos apreciar su construcción de ladrillos, de 9,70 y 9,95 metros de longitud por 3,90 y 2,50 metros de ancho respectivamente. En la separación de ambas naves se aprecian 4 arcos de medio punto tapiados tres de ellos. Esta sinagoga con sus dependencias (tendría también otras de dependencias, incluida vivienda, donde probablemente viviera Samuel Barsylay, mayordomo de la sinagoga) y patios ocupó todo lo que hoy es una manzana de casas, también con patios, entre la calle de las Tiendas y su casi paralela calle de Hernando Pizarro, manzana que hoy todavía se puede atravesar.
Esta sinagoga con sus dependencias y patios ocupó todo lo que hoy es una manzana de casas, también con patios, entre la calle de las Tiendas y su casi paralela calle Carnicerías o de Hernando Pizarro, manzana que hoy todavía se puede atravesar. Precisamente, en el número 6 de esta calle se conserva la vivienda de un judío. En dicha casa hemos de destacar un detalle en la Jamba derecha de la puerta de la casa, en donde existe una oquedad, lugar en el que se introducía la Mezuzot, que era una cajita que contenía un trozo de pergamino en el que estaba escrito el texto: "Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablará de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas (Mezuzot) de tu casa y de tus portales" (DT. 6, 4-9). Los que salían o entraban en casa, lo tocaban con los dedos y lo besaban, tiene valor protector y es una garantía contra el pecado. Por tanto, a la sinagoga de Trujillo se entraba por la actual Farmacia del Sr. Gabriel Solís, sita en Calle de Tiendas. No se entraba directamente a la sala de oración, haciéndolo a través de un vestíbulo amplio y también, anteriormente a este, un patio (TB Ber 8a), en donde se encontraba un pozo o estanque para las abluciones de manos( y pies), pues "los pensamientos y preocupaciones del mundo exterior debían dejarse antes de entrar en el sagrado santuario". En la actual Farmacia estaba el patio, allí se conserva el pozo para estos menesteres. En la vivienda de la Sra. Pérez Zubizarreta, en Plaza Mayor con entrada por la calle Carnicería estaba la sala de oración, orientada hacia el este, propia orientación de quien ora con su mirada vuelta hacia Jerusalén, donde se hallaba el templo, tal y como lo prescribe el Talmud: "Los que se encuentren fuera de la tierra de Israel deben volver su corazón hacia Jerusalén, y en Jerusalén hacia el templo. Aún se conserva una fila de bancos de piedra a lo largo de la pared, para miembros más distinguidos de la congregación, el resto se sentaba en el suelo o permanecían de pie. En consecuencia, aquellos que están en el norte de Jerusalén volverán su rostro al sur, los que están en el sur hacia el norte; los del oeste, hacia el este, de modo que todo Israel rece (orientado) hacia el mismo lugar" (Tos Ber 3, 15-16). En esta vivienda se encuentran cinco pequeñas ventanas de medio punto excavadas en la pared norte granítica que se utilizaban para iluminar la estancia. En el otro lado de la pared, comunica con una calle empedrada que en la actualidad se encuentra encerrada en la vivienda. La sinagoga tenía luz abundante, no olvidemos que el Talmud prohíbe orar en una habitación sin ventanas (TB Ber 34b)11 y la halakab establece que la sinagoga debe tener doce ventanas una por cada una de las doce tribus de Israel12, aunque esto en la mayoría de las sinagogas no se ha puesto en práctica al pie de la letra, no obstante, en esta vivienda se han realizado muchas reformas para hacerla habitable. Con la finalidad de que la sala de oración tuviese mayor altura se implantó la costumbre de construir el piso de las sinagogas bajo el nivel del suelo de la calle, como ocurre en Trujillo, para que no aparentasen ser edificios altos, al tiempo que se ponía en práctica literalmente el Salmo 130,1: "Desde lo hondo grito a ti, Señor". La apariencia exterior del edificio sinagogal era modesta.
Nada ha quedado de la techumbre original; se ha repuesto modernamente una estructura de paredes encaladas, conservándose en varios muros la zona original de la sinagoga. Se conserva en perfecto estado, la calle con su empedrado original, ventanas y otra puerta que daban paso a la sinanoga. Al lado de la sala de oración, existe otra sala de menores dimensiones, posiblemente se utilizó para respetar la separación de sexos durante la oración. Las sinagogas medievales adoptaron la solución de construir una habitación adosada al edificio sinagogal que comunicaba con la sala de oración, para que desde allí asistiesen a la oración las mujeres. El edificio de la sinagoga responde a planta rectangular, en el lado más ancho del rectangulo -orientado hacia Jerusalén- estaría una hornacina para el altar de la Torá13. Sí se conservan varios pozos de agua en el solar de la sinagoga y dependencias, respondiendo a la creencia de que las sinagogas de la diáspora debían construirse cerca del agua porque así su contaminado suelo sería más limpio (Ant 14, 10, 23).
Esto es lo fue sinagoga con sus dependencias pasó a ser en 1492 el monasterio de Santa Isabel de monjas dominicas, las cuales sin duda debieron tener allí su sede bastantes años, aunque hoy se encuentran en el convento de San Miguel y Santa Isabel, en la calle de San Miguel, construido en torno a una antigua ermita del mismo nombre. En la calle de Hernando Pizarro, en un recodo de ella, existe una bella portada adintelada, de traza clásica, con dos bellas columnas jónicas sobre plintos. El entablamento destaca por su arquitrabe y friso estilizado rematando en flameros. Sobre él se abre un ventanal del mismo módulo, amplio y de forma rectangular, protegido su vano por hierros forjados. Las columnas son también jónicas con flameros y este típico ventanal español está coronado por un frontón de tímpano triangular cuyos vértices se adornan con flameros disminuidos. |