En la floración del espíritu cofradiero está la devoción más sincera. En los estatutos de estas primitivas cofradías se regulaba la actividad interna: sistema de ingreso, constitución de cabildos y las periódicas reuniones a campana tañida, elección de los cargos (alcaldes y mayordomos). En consideración de la cuota pagada se distinguía entre Hermanos normales y Hermanos oficiales, entre los que se establecía una graduación más. Estos estatutos evolucionarán al ritmo de los tiempos. Tras el Concilio de Trento (1546-1563) se multiplican en nuestra localidad estas conmemoraciones multitudinarias, con la formación de hermandades y cofradías, que se encargarán del ornato y culto de una imagen o "paso" en concreto. Los viejos estatutos de las Cofradías se hacen tremendamente exigentes al señalar las condiciones de ingreso en las mismas.
A partir de la Contrarreforma vamos a asistir a una potenciación del interés estético en todo lo que concierne al vivir religioso en las localidades. La pomposidad del culto y la búsqueda de emociones son inseparables de una imaginería procesional dirigida a mover a la devoción. Es la influencia del Concilio de Trento que adquiere importancia en los años finales del siglo XVI.
El Concilio de Trento y sus decretos exigían a la jerarquía el cuidado de todo tipo de expresión de religiosidad popular con objeto de conformarla de manera que sirviera de misión evangelizadora de cara al pueblo. Así, las cofradías eran un vehículo para mover a una religiosidad externa. Pero, para no desvirtuar el sentido de la Pasión, en un principio las salidas procesionales se limitaban a los días estrictamente conmemorativos, Jueves y Viernes Santo, siendo posterior la incorporación de los restantes, en función del número e importancia que han ido tomando los desfiles procesionales. De mediados del siglo XVI data la Cofradía de la Caridad de Trujillo que comenzó a edificar en 1578 un hospital e iglesia en la Plazuela de la Encarnación bajo la advocación de San Lorenzo, siendo favorecidos por el Ayuntamiento que colaboró en la edificación de la obra con 20.000 maravedís y Gonzalo de Sanabria otros 20.000 maravedís . El 6 de enero de 1586 el Concejo y la citada Cofradía concertaban por Escritura Pública, ante Juan Velardo, recibir ésta de los Propios de la ciudad trescientos ducados con Facultad Real para terminar en el plazo de breves días las obras, a las que con otras menores limosnas, ya había subvenido el Ayuntamiento . La iglesia estuvo bajo el patrocinio y advocación de San Lorenzo. El Hospital era conocido con el nombre de la Caridad, por la Cofradía a quien se debía tal construcción.
El espíritu de fraternidad cristiana que les movía a ejercitar la caridad no sólo con ellos, sino con el prójimo, está reflejado en estas palabras de los estatutos: "Extendamos y ejercitemos sus obras, a saber: la limosna con todos los pobres de Cristo, y, principalmente, con nuestros cofrades de la Santa Caridad, que a diario trabajando en el serviicio de Cristo y de sus pobres soportan el peso en invierno y en verano".
Gran importancia tuvo en nuestra ciudad a lo largo del siglo XVI la Cofradía de la Vera Cruz, la única que tenía disciplinantes. En la tarde del Viernes Santo, anualmente, concurrían a la iglesia de la Vera Cruz, confesados, jurando ante el mayordomo hallarse perdonados y contritos. Llevaban preparadas sus disciplinas y sus cuerpos despojados, cubiertas sus caras y exentos de cualquier signo que pudiera identificarles. La procesión que organizaba la Cofradía citada, el Viernes Santo, partía de la parroquia de la Vera Cruz, seguía por la plazuela de los Descalzos, bajaba por la cuesta de San Andrés y pasando por la calle del Paso (antes Olleros), en cuya plazoleta se tenía lugar el encuentro de la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de Caballeros de San Martín, procedente de la parroquia de San Martín , con el Cristo Crucificado que venía del templo de la Vera Cruz, continuaban juntos hacia la iglesia de la Encarnación . La calle que corre paralela a este templo, se la conocía como vía del Mayor Dolor, por un acto de flagelación que realizaban los disciplinantes que acompañaban a estas imágenes en la procesión del Viernes Santo. Todos los penitentes llevaban los pies descalzos y algunos aumentaban la mortificación atados a un grueso madero, recibiendo los nombres de aspados. Cuando los disciplinantes regresaban a la iglesia de la Vera Cruz, el mayordomo tenía preparadas esponjas y toallas para lavar las heridas .
Un acuerdo concejil del 13 de abril de 1581 nos habla de esta procesión: "E luego el señor Corregidor dijo que la cuesta y paso que está desde la puerta de la Vera-Cruz hacia la Encarnación está muy agrio y mal empedrado, y como pasan por allí las procesiones y disciplinas del Jueves y Viernes Santo, que se conviene que se aderece y repare, y así se acordó que el señor Melchor González lo haga traer en pregones y de razon dello a esta ciudad, para que se haga como mejor y más barato sea y con brevedad" .
El día 26 de marzo de 1582 era ensanchada la calle de la Vera-Cruz por disposición del Ayuntamiento, tomando terreno de un cercado de Pedro Calderón Altamirano.
En los años finales del siglo XVI es cuando se establece la costumbre del Desclavamiento o Descendimiento en Trujillo . Aún se conserva una imagen de este período del Crucificado, con sus brazos articulados. Su función se orienta a que el "pueblo pecador" crucifique al Nazareno cada año y luego, también, cada año, acabe llorando y arrepintiéndose de su delito. Pero, la teoría se aleja mucho de la práctica y la pretendida funcionalidad queda en entredicho.
En la literatura ascética hispana, influyó mucho la traducción a fines del siglo XVI del libro medieval: La Imitación de Cristo, del venerable padre Tomás de Kempis, cuyo capítulo XII del libro II, que trata del camino real de la Santa Cruz, produjo y sigue produciendo hondo impacto en los cristianos. También, fueron consultadas las obras del padre Fr. Luis de Granada, como secuela del ambiente religioso conseguido, sirviendo -entre otras obras exegéticas- de fuente a los imagineros.
El siglo XVII va a constituir un hito decisivo de los desfiles procesionales pasionistas. El Barroco, como nueva modalidad cultural, en su afán de realismo y de gran teatralidad, desarrollará en España la escultura procesional, favorecido por una religiosidad que lo inundaba todo y por la propia Corona. A mediados del siglo XVII, surge la Cofradía de Jesús de Nazaret, que piden la oportuna licencia al Sr. Obispo de Plasencia don Diego de Arce Reinoso para hacer la procesión, adquirir la imagen de Jesús Nazareno que era venerada en la iglesia de San Lorenzo, e incorporarla, como un capítulo más, a sus Ordenanzas. Esta imagen de Jesús Nazareno, se conserva actualmente en el coro de la iglesia de San Francisco. A esta procesión asistían todos los cofrades con túnicas moradas, ceñidas con cordones de esparto y cruces al hombro. La procesión visitaba las parroquias para hacer estación ante el Santísimo Sacramento, expuesto en ellas.
En la segunda mitad del siglo XVII, los gremios trujillanos acogidos a la Cofradía de la Santa Caridad y Cofradía de Jesús de Nazaret organizan la Semana Santa . El 11 de enero de 1671, ante el escribano Francisco Márquez, se otorgó escritura pública de "Contrato y Concordia entre la Cofradía y Hospital de la Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret en razón de poner un retablo en el Altar Mayor de la dicha iglesia". En dicho retablo estuvieron colocadas las imágenes que salían en procesión en Semana Santa. En el centro del retablo estaba la imagen de Jesús de Nazaret, debajo de ella el Sagrario para el Santísimo Sacramento, para que los enfermos del Hospital de la Caridad pudieran recibirlo. A ambos lados, las imágenes de la Verónica y San Juan Evangelista, y en el ático del retablo, la imagen de San Lorenzo. En un lateral, la Coronación de espinas, y frente de él se haga otro para el Señor atado a la columna . Ese mismo año la iglesia de San Lorenzo cambia su nombre por iglesia de Jesús.
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